Como adictos, sabemos lo que es el dolor de la adicción, pero también conocemos la alegría de la recuperación descubierta en la Confraternidad de Narcóticos Anónimos.
-Texto Básico, Prefacio a la primera edición.
Muchos nos identificamos completamente la primera vez que oímos la frase: «No sabíamos vivir ni gozar de la vida como lo hacen otros». El placer y la alegría se vuelven poco comunes cuando estamos atrapados en la enfermedad. «La adicción es como salar demasiado toda la comida -compartió una adicta-. Cuando dejas de poner tanta sal, la comida se vuelve sosa por un tiempo… pero después empiezas a notar los auténticos sabores. Al principio de mi recuperación, todo me parecía aburrido e insulso, pero resulta que… ¡solo era yo!».
Estar en recuperación y trabajar un programa nos permite redescubrir y redefinir qué es la alegría para nosotros. «Los miembros de mi grupo habitual van juntos a jugar a los bolos casi todas las semanas -compartió un compañero-. Creo que es la actividad más aburrida del mundo, pero… no me la perdería por nada. Jugamos fatal, armamos mucho ruido y nos reímos sin parar». Experimentamos la vida de una manera nueva, y diferentes experiencias de vida determinan enfoques de la alegría distintos.
Se tarda tiempo en desarrollar el gusto por los sabores más sutiles que la vida puede ofrecer. Escuchar a otros miembros nos hace aprender mucho. La alegría es contagiosa. «Una compañera de mi grupo base, que es madre, siempre habla con cara muy seria de tonterías, como enseñar a su hijo a usar el orinal, y luego se ríe de eso -compartió un miembro-. A mí ni siquiera me gustan los niños, pero esas historias también me hacen reír. Además, me ayudan a no tomarme tan en serio».
Los Pasos nos ofrecen un camino para salir del egocentrismo y encaminarnos hacia la satisfacción. Funciona: cómo y por qué lo describe así: «Hemos empezado a ver que la voluntad de Dios para con nosotros es la capacidad de vivir con dignidad, de amarnos a nosotros mismos y amar a los demás, de reír y de encontrar mayor gozo y belleza en lo que nos rodea». Para llegar a ese punto -vivir y disfrutar de la vida «como los demás»- hace falta un poco de paciencia y la buena voluntad de no tomarnos en serio todo el tiempo.
*La vida, cuando la dejo ser, es cosa buena. Hoy buscaré algo que me haga reír… ¡aunque sea de mí!*
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