«Humildemente le pedimos que nos quitase nuestros defectos.»
_Séptimo Paso_
Muchos de nosotros, cuando estamos enteramente dispuestos a que nos quiten nuestros defectos de carácter, ¡estamos dispuestos de verdad! Irónicamente, ahí es donde empiezan los problemas. Cuando más nos esforzamos por librarnos de un defecto en particular, más fuerte parece volverse. Es realmente humillante darse cuenta de que no sólo somos impotentes ante nuestra adicción, sino también ante nuestros defectos de carácter.
Al final, se nos enciende la lamparilla. El Séptimo Paso no sugiere que nos deshagamos nosotros de nuestros defectos, sino que le pidamos a nuestro Poder Superior que nos los quite. El enfoque de nuestras oraciones diarias empieza a cambiar. Al admitir nuestra incapacidad de perfeccionarnos solos, le rogamos a nuestro Poder Superior que haga por nosotros lo que no podemos hacer por nuestra cuenta. Y esperamos.
Es posible que nuestro programa se detenga durante muchos días en el Séptimo Paso. Quizás no sintamos un alivio súbito y total de nuestros defectos, pero experimentamos un cambio sutil en la forma en que vemos a los demás y a nosotros. A través de los ojos del Séptimo Paso, comenzamos a ver a quienes nos rodean de manera menos crítica. Sabemos que luchan igual que nosotros con defectos que desearían eliminar de todo corazón. Sabemos que, igual que nosotros, son impotentes ante sus defectos. Nos preguntamos si ellos también piden humildemente que se los quiten.
Comenzamos a valorar a los demás como hemos aprendido a valorarnos a nosotros, con una identificación nacida de la humildad. En la medida en que observamos a los demás y seguimos observándonos a nosotros, al fin podemos decir: «Comprendo.»
*Sólo por hoy:*
Dios, ayúdame a ver con los ojos del Séptimo Paso.
Ayúdame a comprender.
_(Del libro de las reflexiones diarias «Solo Por Hoy» Copyright © 1995, NA World Services, Inc. All Rights Reserved)_
Complementación
Llegamos al Séptimo Paso tras haber decidido que queremos que Dios nos alivie de los aspectos inútiles y destructivos de nuestra personalidad. No podíamos afrontar la dura prueba de la vida completamente solos. Hasta que convertimos nuestra vida en un auténtico desastre no nos dimos cuenta de que solos no podíamos. Al admitirlo, conseguimos vislumbrar el concepto de humildad. Este es el elemento principal del Séptimo Paso. La humildad es el resultado de ser honestos con nosotros mismos. Hemos practicado la honestidad desde el Primer Paso. Aceptamos nuestra adicción e impotencia. Encontramos una fuerza por encima de nosotros y aprendimos a confiar en ella. Examinamos nuestra vida y descubrimos quienes éramos en realidad. La verdadera humildad consiste en aceptarse y tratar honestamente de ser uno mismo. Ninguno de nosotros es completamente bueno ni terriblemente malo. Somos personas con nuestros defectos y virtudes; …somos humanos, esto es lo más importante.
La humildad es tan importante para mantenernos limpios, como lo son el agua y la comida para estar vivos. Cuanto más avanzaba nuestra adicción, mas energía poníamos en satisfacer nuestros deseos materiales. El resto de las necesidades estaban fuera de nuestro alcance. Siempre queríamos la gratificación inmediata de nuestros deseos básicos.
El Séptimo Paso es un paso de acción, es el momento de pedirle a Dios ayuda y alivio. Tenemos que entender que nuestra manera de pensar no es la única; otras personas pueden orientarnos. Cuando alguien nos señala un defecto, quizás nuestra primera reacción sea ponernos a la defensiva. Debemos reconocer que no somos perfectos. Siempre hay posibilidades de crecer. Si de verdad queremos ser libres, tenemos que escuchar con atención lo que otros adictos nos sugieran. Si los defectos que descubrimos son reales y tenemos la oportunidad de librarnos de ellos, sin duda experimentaremos una sensación de bienestar.
Texto Básico pag 41 y 42