A veces nos enfrentamos cara a cara con circunstancias de la vida de lo más difíciles. La relación con nuestro padrino o nuestros ahijados puede brindarnos el apoyo y la comprensión que necesitamos para seguir avanzando.

-El padrinazgo, Capítulo cuatro, «Desarrollar y mantener la relación de padrinazgo»

La realidad de la vida, sus fatalidades y sus tragedias abrumadoras muchas veces suponen todo un reto para nuestra recuperación. Para sobrevivir a tales situaciones, dependemos de nuestra relación con otros adictos en recuperación. Nos han dicho que «no tenemos por qué volver a consumir. Pase lo que pase». Vemos en nuestra experiencia y en las historias de otros miembros pruebas fehacientes de que es cierto.

Cuando leemos una cita como la del encabezamiento y consideramos cómo aplicarla a nosotros, es muy probable que pensemos en la gente a la que hemos ayudado y que nos ha ayudado cuando nos pasaban cosas terribles. (Sí, muchas veces se trata de padrinos o madrinas y ahijados o ahijadas, pero con igual frecuencia son solo miembros habituales de NA.) Otros adictos nos han comprendido y apoyado. Muchos han pasado por circunstancias similares o pueden presentarnos a alguien en NA que las haya pasado.

¿Pero qué pasa si esas situaciones las hemos creado nosotros, si hemos cometido delitos graves con consecuencias graves, si hemos sido los victimarios en lugar de las víctimas? ¿Podemos mantenernos y superarlo limpios? ¿Seguimos siendo merecedores del apoyo y la comprensión de nuestros compañeros de NA?

«Pase lo que pase»

Aunque no aprobemos todas las acciones de los demás, practicar la comprensión no tiene condiciones y todos la merecemos, pase lo que pase. Comprender significa tanto identificarnos y ayudarnos mutuamente en momentos aparentemente insoportables, como que a pesar de nuestro comportamiento negativo o dañino todos seguimos siendo adictos que necesitamos empatía. Comprender es una expresión fundamental de nuestro propósito primordial de llevar nuestro mensaje a todos los adictos, en las reuniones, en casa, en la calle y en las cárceles e instituciones. Con esa generosidad de espíritu -además del perdón y la tolerancia- a todos nos resulta posible avanzar y sanar.

Me comprometo a ayudar a los demás, sean cuales sean sus circunstancias particulares, de la misma manera que las personas de mi entorno me han mostrado comprensión en los peores momentos.

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