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“ Cuando practicamos la vida en armonía con nuestro mundo, nos volvemos más sabios a la hora de elegir nuestras batallas. Aprendemos dónde podemos usar nuestra energía para marcar una diferencia y dónde debemos soltarla ” .

Vivir limpio, Capítulo 3, “Despertar a nuestra espiritualidad”

Empecemos con una verdad incómoda: juzgamos porque somos humanos. Los seres humanos nos evaluamos unos a otros; nos comparamos. Podemos ser territoriales y tomar partido. Lo conseguimos con honestidad; ¡antes nuestra supervivencia dependía de ello! Si añadimos la naturaleza egocéntrica de la adicción a nuestra humanidad, y luego añadimos algo que nos importa apasionadamente (como la Comunidad de NA), nuestro juicio puede convertirse en un arma para controlar los resultados sobre cuestiones relacionadas con NA que también preocupan a otros miembros.

Sin embargo, podemos bajar el volumen de nuestros juicios. Con el volumen ajustado, aprendemos que podemos abordar a las personas y las situaciones sin poner en juego nuestros instintos de lucha o huida. Nuestros primeros pensamientos pueden seguir siendo críticos, pero la recuperación nos da opciones sobre nuestro comportamiento. Son nuestras acciones las que más importan.

Cuando tenemos algo de tiempo limpio y experiencia de servicio, es tentador decirles a los miembros, grupos y comités de servicio lo que es lo que es. Pero tener conocimiento y sabiduría no nos da autoridad. La conciencia de grupo siempre es más poderosa que la conciencia individual. A veces, para nuestra gran sorpresa, los miembros más nuevos no se muestran respetuosos con los que ya llevamos un tiempo en el grupo y les ofrecemos ideas o sugerencias que antes no se habían presentado.

Practicar el principio de buena voluntad con los miembros no significa que nos quedemos callados. Nuestras opiniones importan. Ejercer la buena voluntad garantiza que esas opiniones no importen más o menos que las de los demás. Escuchamos a los demás, no forzamos el resultado para satisfacer nuestros deseos, permitimos que los demás cometan errores (sí, incluso los que ya hemos cometido) y reconocemos que nuestros compañeros quieren lo mismo que nosotros: mantenerse limpios y llevar el mensaje de la forma más eficaz posible.

La buena voluntad invoca nuestro propósito primordial. Sirve al bien mayor de NA, no a nuestros egos.

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Adoptaré una postura de buena voluntad hacia los demás compartiendo mi experiencia, no dictando resultados, y demostrando apertura a las sugerencias de los demás.

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