Las lecciones que aprendemos en NA sobre compartir e interesarnos por los demás, pedir ayuda y ofrecer lo que podemos dar son herramientas poderosas que también usamos fuera de la confraternidad.

_-Vivir limpios, Capítulo cuatro, «La discapacidad”_

Antes de llegar a NA, muchos no teníamos idea de nuestras necesidades, y mucho menos de las de los demás. Puede que hasta rechazáramos por completo la idea de necesitar ayuda, de necesitar a otra gente o de tener personas necesitadas en nuestra vida. Identificar nuestras necesidades más allá de la siguiente dosis- exigía introspección, y mirar dentro de nosotros nos parecía aterrador. Seguro que habrá dragones, tal como los antiguos concebían los territorios ignotos. Otros sentíamos un vacío dentro, un pozo profundo de anhelos vagos. Nos aferrábamos a las pocas personas que nos quedaban en la vida; esperábamos el amor, pero nos conformábamos con el sexo.

La recuperación nos invita a reincorporarnos al género humano. Aprendemos a expresar lo que pensamos, lo que sentimos y lo que necesitamos. Formar parte de una comunidad de NA cuyos miembros se cuidan mutuamente es una verdadera fortuna para nuestra vida. El dar y recibir amabilidad afianza la trama social dentro y fuera de las reuniones. Nos beneficiamos de la amabilidad de los demás y gozamos de los buenos sentimientos que nos produce saber devolver. Reconocer que no somos mejores ni peores que nuestros compañeros refuerza nuestra condición humana y nuestra humildad. «Soy solo un adicto más que hace todo lo posible por mantenerse limpio y hacer las cosas mejor», como lo expresó un miembro.

Centrarnos en practicar la amabilidad contribuye a tener «una mejor perspectiva de la vida» que anhelamos, solo por hoy. Las oportunidades de ayudar aparecen con más facilidad cuando nos proponemos ser amables. Como escribió un compañero: «Darle el asiento a una persona mayor en el bus me libera, momentáneamente, de la prisión de estar preocupado por mí mismo. Cuando quiero sentirme bien, la amabilidad no es mal negocio. Nos convertimos en el buen vecino que quita más nieve que los otros, la madre que hornea suficientes pasteles para toda la clase, el invitado que insiste en lavar los platos, la compañera de trabajo que rellena el bol de caramelos.

Si nos sacudimos algunas viejas ideas sobre independencia y autonomía, podemos practicar la amabilidad incluso cuando pedimos ayuda. Sabemos lo bien que nos sentimos al ayudar a otros; necesitar ayuda y no pedirla parece casi egoísta. Nos armamos de humildad, pedimos lo que necesitamos y les abrimos la puerta a los demás para dejar que sean buenas personas.

—————————————————————

_*Hoy, contribuiré con un poco de amabilidad a mi comunidad mientras comparto una sonrisa, hago un cumplido sincero o pido ayuda.*_

 

_(Copyright©2024, NA World Service, All Rights Reserved)_

 

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?