Cuando nos sentirnos dignos, ya no nos voltea una brisa pasajera ni tenemos que seguir defendiéndonos de cualquier sombra.

-Los principios que nos guían, Primera Tradición, reflexión inicial

Cuando consumíamos, para adaptarnos a los entornos peligrosos y hostiles que nos rodeaban desarrollábamos habilidades de supervivencia. Incluso cuando dejamos esa vida, nos llevamos con nosotros esas defensas. En las primeras etapas de nuestra recuperación, todo parece una especie de amenaza a nuestro bienestar. A menudo nuestras respuestas son instintivas, reactivas y basadas en una vida que ya no vivimos en el viaje de recuperación del presente.

Con el tiempo, encontramos nuestra base emocional y espiritual. La ecuanimidad es el arte de mantener esa estabilidad. Ya no es tan fácil que las olas que aparecen en nuestra travesía nos hagan perder el equilibrio. Nos sentimos menos atraídos hacia el melodrama, y ya no consideramos con tanta frecuencia que las dificultades sean crisis. La marea sube y baja, y gracias a nuestra experiencia y la de los demás desarrollamos la convicción bien asentada de que podemos superar esto y que, pase lo que pase, todo saldrá bien.

El tambaleo emocional que nos acompaña cuando llegamos a NA se suaviza a medida que empezamos poner las cosas en perspectiva. Cambia la manera en que vemos el mundo y cambia la manera en que reaccionamos a lo que vemos. Quizás surjan las dificultades típicas de la vida real, pero podemos responder de forma diferente. Si somos rígidos, nos arriesgamos a que cada vez que haya una tormenta en el mar vuelque nuestra embarcación. En recuperación, aprendemos a ajustar las velas a medida que adquirimos “la sabiduría para reconocer la diferencia».

Podemos sentirnos más cómodos con lo que somos, sin tener que justificar o explicar nuestros sentimientos, pensamientos y actos. Nos relajamos en esta nueva relación con la vida y ya no necesitamos estar en guardia, a la defensiva o ser reactivos. Mediante el Undécimo Paso, aprendemos a parar antes de reaccionar. En el servicio, en lugar de actuar impulsivamente, podemos tomar decisiones en beneficio del bienestar común de NA. La meditación nos enseña a aflojar el paso y escuchar. No tenemos que arreglar todo. Estamos más abiertos al mundo tal como es y a soluciones que a lo mejor no habíamos previsto. Aprendemos a estar plenamente presentes y menos en guardia. Podemos estar en medio de las cosas tal como son.

—————————————————————
Ser parte de algo más grande que yo puede servirme de salvavidas. Cuando esté cansado de nadar, puedo hacer la plancha. No siempre puedo ver lo que hay bajo el agua, pero puedo confiar en mi capacidad de flotar.

(Copyright©2024, NA World Service, All Rights Reserved)

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?