«Hoy en día, la recuperación para nosotros es una realidad.»
Texto Básico, p. 114
El dolor y el sufrimiento eran realidades de nuestra vida de adicción activa. No estábamos dispuestos a aceptar nuestro estado ni a cambiar lo que era inaceptable en nuestra vida. Intentábamos escapar del dolor de la vida por medio de las drogas, pero consumir no hacía más que agravar nuestros problemas. Nuestra percepción alterada de la realidad se convirtió en una pesadilla.
Al vivir el programa de Narcóticos Anónimos, aprendemos que los sueños pueden reemplazar a las pesadillas. Maduramos y cambiamos. Adquirimos la libertad de elegir. Somos capaces de dar y recibir amor. Podemos compartir honestamente sobre nosotros, ya no tenemos que exagerar ni minimizar la verdad. Aceptamos los retos reales que nos presenta la vida y los afrontamos de manera madura y responsable.
Aunque la recuperación no nos inmuniza a la realidad de la vida, en la Confraternidad de NA podemos encontrar apoyo, genuina protección y el interés que necesitamos para afrontar la realidad. Ya no tenemos que volver a escondernos de la realidad a través del consumo de drogas, porque la unión con otros adictos en recuperación nos da fuerza. Hoy en día, el apoyo, el interés y la identificación de la recuperación es como una ventana limpia y clara a través de la cual podemos mirar, experimentar y apreciar la realidad tal cual es.
Sólo Por Hoy:
Vivir y disfrutar la vida real es un don de mi recuperación.
Hoy me entregaré a la realidad.
(Del libro de las reflexiones diarias «Solo Por Hoy» Copyright © 1995, NA World Services, Inc. All Rights Reserved)
Complementación
Somos muy afortunados de haber tenido este programa. Antes, muy poca gente reconocía la adicción como una enfermedad. La recuperación sólo era un sueño. La vida responsable, productiva y libre de drogas de miles de miembros ilustra la eficacia de este programa. Hoy en día, la recuperación para nosotros es una realidad. Al trabajar los pasos, reconstruimos una personalidad fracturada. Narcóticos Anónimos es un entorno saludable para nuestro crecimiento. En el seno de la confraternidad, nos queremos, nos cuidamos mutuamente y todos nos apoyamos en esta nueva forma de vida.
A medida que maduramos, llegamos a comprender que la humildad es la aceptación tanto de nuestras cualidades como de nuestras debilidades. Lo que más deseamos es sentirnos bien con nosotros mismos. Hoy en día podemos sentir de verdad amor, alegría, esperanza, tristeza, entusiasmo. Nuestros sentimientos ya no son las viejas sensaciones producidas por las drogas.
A veces, incluso tras cierto tiempo en el programa, de pronto nos encontramos atrapados en nuestras viejas ideas. Los principios básicos siempre son importantes para la recuperación. Tenemos que evitar las viejas formas de pensar, tanto las viejas ideas como nuestra tendencia a la complacencia. No podemos darnos el lujo de ser autocomplacientes, porque nuestra enfermedad nos acompaña veinticuatro horas al día. Si al practicar estos principios nos permitimos sentirnos superiores o inferiores, nos aislamos. Cuando nos sentimos alejados de los otros adictos, vamos directo a los problemas. Separarnos del ambiente de recuperación y del espíritu de servicio a los demás, frena nuestro crecimiento espiritual. La autocomplacencia nos aparta de la buena voluntad, el amor y la compasión.
Texto Básico pag 114