Gracias a estar espiritualmente despiertos, vemos los milagros que nos rodean, incluso cuando la vida es difícil.

_-Vivir limpios, Capítulo siete, «Los despertares»_

El optimismo es uno de esos principios espirituales que, quizá de manera simplista, se confunde con un rasgo de personalidad. Es cierto que algunos vemos el lado positivo de las cosas porque somos así. Pero muchos tenemos una estructura diferente. Quienes no somos optimistas natos podemos usar el optimismo como estrategia para cambiar de perspectiva. Hace falta esfuerzo, a veces un esfuerzo enorme, para abrir los ojos y ver la prodigalidad y la belleza de la vida en momentos oscuros.

«Para mí – escribió un miembro-, optimismo significa que aunque no vea la luz al final de túnel sigo comprobando a ver si aparece. Y el «milagro» es que al final la veo, aunque sea muy tenue». Hace falta valor para seguir escudriñando en esa oscuridad porque al hacerlo nos arriesgamos al rechazo y la decepción.

En ocasiones, cuando nos tomamos un momento para mirar más allá de nuestras penas, es posible sentir optimismo. «Cuando no puedo distinguir lo bueno en mi propia vida escribió otro miembro-, observo a otra persona. Veo el camino que ha recorrido y su transformación contra todo pronóstico. A veces no me hace falta más que respirar para cambiar de perspectiva, otras necesito una palanca para hacer fuerza». Estamos autoobsesionados cuando solo nos observamos a nosotros mismos: nos obsesionarnos con nosotros, con aquello que nos quitaron o que nunca tuvimos.

Algunos descubrimos la estrategia del optimismo en el simple beneficio de la lista de gratitud. O en permitir que otros nos cuiden en momentos de necesidad, en vez de ahuyentarlos con nuestra complacencia de «ya me encargo yo» o «pobre, pobre de mí». O en la oración, una expresión de confianza en nuestro Poder Superior. El optimismo solo no puede salvarnos de la desesperación y la autodestrucción extremas. Necesitamos perseverancia, esperanza y mucha gratitud. Una adicta lo expresó así: «La única manera de tener lo que quiero es querer lo que tengo».

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_*El hecho de no tener que ser una persona optimista para practicar este principio es un alivio. Haré todos los esfuerzos necesarios para ver los milagros que me rodean, o por lo menos me comprometeré a encontrar estrategias que me ayuden a seguir buscando.*_

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