Cuando estemos obsesionados con alguna dificultad de la vida, sería conveniente que recordáramos con precisión todo lo que nos sale bien.

Sólo por hoy, «Hacer una montaña de un grano de arena», 19 de enero.

Cuando ya llevamos un tiempo en recuperación, descubrimos que hay otras cosas distintas del consumo de drogas que pueden ser la causa de la ingobernabilidad. Algunas dificultades a las que nos enfrentamos son el resultado de factores distintos a nuestra enfermedad. Esto puede resultar especialmente frustrante después de haber trabajado tanto para conseguir librarnos de nuestra enfermedad: desarrollar la capacidad de hacer y mantener planes, fijarnos objetivos y alcanzarlos. Estuvimos mucho tiempo estancados y… ¡por fin vamos a alguna parte!

Y entonces surgen complicaciones. Alguien nos deja plantados a último momento. El bus llega tarde. No cobramos a tiempo un dinero con el que contábamos. Las complicaciones externas son una realidad y a veces nos hacen la vida más difícil de manejar. Para ser personas tan versadas en ingobernabilidad, nuestro umbral de tolerancia a las complicaciones que no dependen de nosotros a veces puede ser sorprendentemente bajo. La aceptación y la fe van de la mano, especialmente en momentos como estos.

Obsesionarnos con las complicaciones supone un peligro real para la práctica de nuestra fe. En lugar de limitarnos a afrontar el problema, tendemos a darle vueltas… y más vueltas… para ver exactamente cuánto interfiere determinada complicación en nuestros planes. Para nosotros, la obsesión egocéntrica es un territorio conocido; ¿y qué mejor lugar al que acudir cuando las cosas no salen como queremos? «Puedo tener noventa y nueve cosas que me salen bien -compartió un miembro-, pero solo puedo pensar en la única que no».

Compartir con otros adictos puede ayudarnos a salir de la obsesión para volver a la fe. La lista de gratitud que nos sugiere nuestro padrino no consiste en hacer como que no existen las dificultades y las adversidades, sino en cambiar de perspectiva. Adoptar una mirada más objetiva sobre nuestra vida nos ayuda a reconectar con la fe. Sí, hay algo que no va bien, pero en muchos otros aspectos nuestra vida va mejor de lo que jamás habríamos conseguido por nuestra cuenta. Y estaremos bien. De hecho, ya lo estamos.

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*Cuando algo va mal, no tengo que hacer como que me alegro de ello. Sin embargo, lo que sí debo hacer es asegurarme de no prestarle más atención de la que se merece, sobre todo si lo comparo con todo lo que me va bien.*

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