«Reevaluamos nuestras viejas ideas para poder familiarizarnos con las nuevas que conducen a una nueva forma de vida.»

Texto Básico, p. 106

Aprender a vivir de otra manera puede ser difícil. A veces, cuando las cosas se ponen especialmente duras, quizás nos tiente tomar el camino más fácil y vivir de acuerdo a nuestras viejas ideas. Olvidamos que éstas nos estaban matando. Para vivir de otra manera, tenemos que abrir la mente a nuevas ideas.

Trabajar los pasos, asistir a reuniones, compartir con los demás, confiar en un padrino o madrina… son sugerencias que pueden toparse con nuestra resistencia e incluso nuestra rebeldía. El programa de NA requiere esfuerzo, pero cada paso nos acerca más a la clase de persona que de verdad deseamos ser. Queremos cambiar, crecer, convertirnos en algo más que lo que somos hoy. Para hacerlo, abrimos la mente, probamos las nuevas ideas que hemos descubierto en NA y aprendemos a vivir de otra manera.

Sólo por Hoy: Abriré mi mente a nuevas ideas y aprenderé a vivir de otra manera.

Cada uno es libre de desarrollar su propio concepto del Poder Superior. Muchos teníamos recelos y éramos escépticos debido a desilusiones sufridas con la religión. Al principio oír hablar de Dios en las reuniones nos repelía. Hasta que buscamos nuestras propias respuestas en este terreno, estuvimos confinados a las ideas que nos habíamos formado en el pasado. Los ateos y los agnósticos empiezan muchas veces dirigiéndose a «lo que sea que esté ahí». En nuestras reuniones se puede sentir cierto espíritu o energía. A veces este es el primer concepto que los recién llegados tienen del Poder Superior. A menudo las ideas del pasado son incompletas e insatisfactorias. Todo lo que sabemos está sujeto a revisión, especialmente lo que sabemos de la verdad. Reevaluamos nuestras viejas ideas para poder familiarizarnos con las nuevas que conducen a una nueva forma de vida. Admitimos que somos seres humanos con una enfermedad física, mental y espiritual. Cuando admitimos que nuestra adicción era la causa de nuestro propio infierno y que hay un poder dispuesto a ayudarnos, empezamos a avanzar hacia la solución de nuestros problemas.

 

La falta de mantenimiento espiritual cotidiano puede manifestarse de diversas maneras. Mediante el esfuerzo por mantenernos receptivos, llegamos a confiar en una relación diaria con Dios tal como lo concebimos. La mayoría pedimos cada día a nuestro Poder Superior que nos ayude a mantenernos limpios, y cada noche le damos gracias por habernos concedido la recuperación. A medida que nuestra vida se va haciendo más cómoda, muchos caemos en la autocomplacencia espiritual y —arriesgándonos a una recaída —volvemos a la misma pesadilla y falta de motivaciones de las que nos habían dado apenas un respiro diario. Es de esperar que sea aquí cuando nuestro dolor nos motive a renovar nuestro mantenimiento espiritual. Una de las maneras de continuar con nuestro contacto consciente con Dios, especialmente en momentos difíciles, es hacer una lista de las cosas las que estamos agradecidos.

Texto Básico pag 109-110

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