No importa quién da ni quién recibe. Todos merecemos dar y pedir, y estemos en el lado que estemos, nos beneficiamos del intercambio.
_-Vivir limpios, Capítulo siete, «El espíritu de servicio»_
«Cuando me llamas, probablemente yo saco más provecho que tú», dicen muchos padrinos y madrinas. Este tipo de afirmación coincide con las paradojas que se mencionan en nuestra literatura, como que solo podemos conservar lo que tenemos en la medida que lo compartimos o que para quererse más hay que pensar menos en uno mismo. Algunos miembros incluso expresan que la jerarquía implícita que tienen los términos padrino/ madrina y ahijado/ahijada les resulta incómoda. «No estoy por encima ni por delante de mis ahijadas -compartió una madrina-, Recorro este camino junto a ellas y me beneficio de ellas igual que ellas de mí».
El principio de igualdad es un ideal muy alto que a la mayoría no nos surge automáticamente. «Decir que no excluimos a nadie es bonito y aspiramos a ello -reflexionó un miembro-. Nuestros nobles objetivos requieren estrategias prácticas, de manera que cuando la gente se siente excluida o distinta podamos adoptar medidas concretas». En nuestros grupos, idear estrategias prácticas tal vez signifique pensar en acciones específicas que ayuden a los adictos a sentirse bienvenidos e integrados. Crear un puesto de encargado de recibir a los que llegan o preguntar si hay visitantes de fuera son un par de ejemplos sencillos de cómo algunos grupos intentan incluir a todos.
Practicar la igualdad a nivel individual puede ser un poco más complicado. Si llevamos más tiempo limpios y tenemos más Pasos trabajados, tal vez nuestro egocentrismo intente usar esos hechos de excusa para negar que somos iguales a los demás miembros. «Empecé a usar el servicio para potenciar mi ego y me daba palmaditas en el hombro por ayudar a esos pobres adictos -escribió un compañero-. Quizás mi experiencia de recuperación sea valiosa, pero eso no significa que «yo» sea más valioso que otros adictos. Si no sigo aprendiendo, es que tengo problemas».
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_*Puede que compartan, uno detrás de otro, un miembro con cuarenta años o con cuarenta horas limpio y nunca sabremos cuál de los dos dirá lo que necesitamos oír. Hoy practicaré la igualdad en la manera en que escucho y comparto.*_
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