Debemos mantener nuestra recuperación en primer lugar y poner nuestras prioridades en orden.
Texto Básico, página 95
Antes de llegar a NA, teníamos muchas excusas para justificar nuestro consumo de drogas. «El me gritó», «Ella me dijo tal cosa». «Mi pareja me dejó», «Me echaron del trabajo». Utilizamos estas mismas excusas para no buscar ayuda a nuestro problema de drogas. Tuvimos que darnos cuenta de que estas cosas seguían pasando porque continuábamos consumiendo drogas. Sin embargo, cuando pusimos nuestra recuperación en primer lugar, empezaron a cambiar estas situaciones.
Hoy en día, quizás tengamos tendencia a hacer lo mismo y utilicemos excusas para no asistir a reuniones ni hacer servicio. Tal vez nuestras excusas actuales sean de otra índole. «No puedo dejar a mis hijos», «Las vacaciones me dejaron agotados». «Tengo que terminar este proyecto para impresionar a mi jefe». Aun así, si la recuperación no es nuestra primera prioridad, es probable que no tengamos que seguir preocupándonos por estas excusas. Si recaemos, es probable que los hijos, las vacaciones y los trabajos desaparezcan de nuestra vida.
Nuestra recuperación debe ser lo primero. Con empleo o sin él, con pareja o sin ella, tenemos que asistir a las reuniones, trabajar los pasos, llamar a nuestro padrino, y servir a Dios y a los demás. Estas sencillas acciones son las que hacen posible que tengamos vacaciones, familia y jefes de los que preocupamos. La recuperación es la base de nuestra vida, y hace posible todo lo demás.
Sólo Por Hoy:
Pondré mis prioridades en orden.
Mi recuperación es la primera de la lista.
(Del libro de las reflexiones diarias «Solo Por Hoy» Copyright © 1995, NA World Services, Inc. All Rights Reserved).
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Las expectativas irreales que ponemos sobre nosotros o los demás parecen ser uno de los mayores obstáculos de la recuperación. Las relaciones afectivas pueden ser un terreno terriblemente doloroso. Tenemos tendencia a fantasear y proyectar lo que va a pasar. Nos enojamos y llenamos de resentimientos si nuestras fantasías no se cumplen. Olvidamos que somos impotentes ante otras personas. Las viejas ideas y sentimientos de soledad, desesperación, desamparo, y autocompasión reaparecen furtivamente. Dejamos de pensar en los padrinos o madrinas, en las reuniones, en la literatura y en cualquier otra cosa positiva. Debemos mantener nuestra recuperación en primer lugar y poner nuestras prioridades en orden.
Escribir sobre lo que queremos, lo que pedimos y lo que conseguimos, y compartirlo con nuestro padrino u otra persona de confianza, nos ayuda a superar nuestros sentimientos negativos. Dejar que otros compartan su experiencia con nosotros, nos da la esperanza de que efectivamente las cosas mejoran. Parece que la impotencia es un obstáculo enorme. Cuando surge la necesidad de admitir nuestra impotencia, puede que primero busquemos las maneras de oponernos a ello. Cuando agotamos estos intentos, empezamos a compartir con los demás y hallamos esperanza. Asistir a las reuniones diariamente, vivir día a día y leer literatura parece dirigir nuestra actitud mental de nuevo hacia lo positivo. La buena voluntad de probar lo que ha funcionado para otros es vital. Las reuniones son nuestra fuente de fortaleza y esperanza, incluso cuando no tenemos ganas de ir.
Es importante compartir nuestros deseos de consumir drogas. Es sorprendente constatar con que frecuencia los recién llegados creen que es anormal que un adicto tenga ganas de consumir. Cuando sentimos que nos vuelven las viejas ganas, pensamos que algo debe funcionar mal en nosotros y que los compañeros de Narcóticos Anónimos no podrán entendernos.
Texto Básico Página 95