«Empezamos entonces a alimentar la idea de que estar limpios no valía la pena y nuestra vieja forma de pensar se ocupo de estimular la autocompasión, el resentimiento y la ira»
Texto Básico, pp. 118-119
Hay días en que algunos nos sumimos en la autocompasión. Resulta fácil. Quizás tengamos expectativas de cómo debería ser nuestra vida en recuperación, expectativas que no siempre se cumplen. Tal vez hayamos intentado controlar a alguien sin éxito o pensamos que nuestras circunstancias deberían ser diferentes. A lo mejor nos comparemos con otros adictos en recuperación, y nos parece que estamos peor. Cuanto más intentamos que la vida se ajuste a nuestras expectativas, más incómodos nos sentimos. La autocompasión proviene de vivir en base a expectativas en lugar de vivir en el mundo tal como es en realidad.
Cuando el mundo no coincide con nuestras expectativas, por lo general son estas últimas las que deben ajustarse, no el mundo. Podemos empezar por comparar nuestra vida de hoy con la de antes, y estar agradecidos por nuestra recuperación. Podemos ampliar este ejercicio de gratitud, si repasamos todas las cosas buenas que tenemos en nuestra vida y damos las gracias de que el mundo no se ajuste a nuestras expectativas, sino que las supera. Si seguimos trabajando los Doce Pasos, cultivando cada vez mas gratitud y aceptación, el futuro nos reserva más crecimiento, felicidad y paz de espíritu.
Hemos recibido mucho en recuperación; mantenernos limpios ha valido la pena. La aceptación de nuestra vida nos libra de nuestra autocompasión.
*Sólo Por Hoy:*
Aceptaré mi vida tal cual es con gratitud.
(Del libro de las reflexiones diarias «Solo Por Hoy» Copyright © 1995, NA World Services, Inc. All Rights Reserved).
Por primera vez llegamos a conocernos a nosotros mismos. Sentimos cosas nuevas: queremos y nos quieren, sabemos que la gente se preocupa por nosotros, sentimos interés y compasión por los demás. Nos sorprendemos haciendo y disfrutando cosas que nunca pensamos hacer. Cometemos errores y los aceptamos, aprendemos de ellos. Experimentamos el fracaso y aprendemos a tener éxito. A veces, en recuperación, tenemos que enfrentarnos a algún tipo de crisis, como la muerte de un ser querido, dificultades económicas o un divorcio. Son realidades de la vida y no desaparecen porque estemos limpios. Algunos, incluso tras años de recuperación, nos quedamos sin trabajo, sin casa o sin dinero. Empezamos entonces a alimentar la idea de que estar limpios no valía la pena y nuestra vieja forma de pensar se ocupó de estimular la autocompasión, el resentimiento y la ira. Por muy dolorosas que puedan ser las tragedias de la vida, hay una cosa que está clara: ¡no debemos consumir, pase lo que pase!
Éste es un programa de abstinencia completa. Hay veces, sin embargo, que en caso de problemas de salud que requieran cirugía y/o en casos de lesiones físicas graves, la medicación puede ser válida. Esto no autoriza a consumir. Para nosotros no existe un método seguro de consumir drogas. Nuestro cuerpo no reconoce la diferencia entre las drogas recetadas por el médico para calmar el dolor y las que nos recetamos nosotros para «volar». En situaciones como ésta, el talento de los adictos para auto engañarnos está en su nivel máximo. A menudo nuestra mente provocará más dolor como excusa para consumir. Ponernos en manos de nuestro Poder Superior y recurrir al apoyo de nuestro padrino y otros miembros puede impedir que nos convirtamos en nuestros peores enemigos. Si nos quedáramos solos en una situación semejante, le daríamos a nuestra enfermedad la oportunidad de tomar el mando. Compartir honestamente disipa nuestro temor a recaer.
Texto Básico pag 118 y 119