Muchos no nos vamos cuando las cosas son horribles, sino cuando tenemos un escollo espiritual que superar. Perdemos el norte justo antes del milagro… a veces una y otra vez.
_-Vivir limpios, Capítulo uno, «Los dolores del crecimiento”_
La de mayoría hemos oído decir: “No te vayas antes de que suceda el milagro». Para los recién llegados quizá quiera decir quedarse en una reunión incluso cuando las ganas de irse parece que nos sobrepasan. Cuando llevamos algo de tiempo limpios, podría significar atender por teléfono otra vez a ese ahijado que no hace caso a nada de lo que le decimos, o decidir no reaccionar cuando nuestro jefe o nuestra pareja colma la gota que rebasa el vaso… una y otra vez.
¿Pero cómo llegamos a ese punto? ¿Cómo hace el recién llegado para quedarse en su asiento a pesar de que todo dentro de sí le grita: ¡Levántate y vete de aquí!? ¿Cómo logra el padrino profundizar y ofrecer experiencia, fortaleza y esperanza al ahijado alterado en lugar de limitarse a respirar hondo y preguntar: ¿Has rezado por ello? ¿Cómo pasamos de la frustración momentánea de una discusión a la satisfacción que experimentamos en nuestra relación sentimental o en nuestra profesión?
Es fácil hacer lo correcto cuando las cosas van bien, cuando conseguimos lo que queremos o lo que pensamos que merecemos. A veces, sin embargo, las “recompensas” pueden parecer mínimas o tenemos la sensación de que tardan una eternidad en llegar.
Algunos miembros describen la recuperación como estar en «una maratón, no en una carrera corta». Los corredores de maratón lo llaman chocar contra el muro», ese punto de la carrera en que parece imposible seguir adelante, ni hay final a la vista. En recuperación también pasa: vivimos de acuerdo con estos principios durante meses, años, décadas incluso, pero algunas de nuestras esperanzas y sueños siguen pareciendo inalcanzables. Ni siquiera vemos aún la línea de meta y ya estamos CANSADOS. Tenemos que recordar que no hay “línea de meta», es un programa de solo por hoy. No estamos aquí por la recompensa final.
Mantenemos el paso. Sin prisa pero sin pausa, seguimos avanzando, tengamos ganas o no. Quizá necesitemos parar en un puesto de ayuda: un vaso de agua fría o una bebida isotónica cada tantos kilómetros permite que los corredores recorran grandes distancias. En recuperación, un café o un té con otros adictos puede hacernos superar el siguiente escollo espiritual y llegar al milagro que nos aguarda al otro lado.
—————————————————————
_*Cuando tenga ganas de abandonar, me tomaré un momento para recordar que la recuperación es un viaje, no un destino. Permaneceré vigilante y seguiré avanzando.*_
_(Copyright©2024, NA World Service, All Rights Reserved)_